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martes, marzo 31, 2009

El caballo de Don Quijote

Sin su caballo el hidalgo Don Quijote no hubiera podido recorrer la Mancha en busca de aventuras simulando a los grandes caballeros de los libros que le obsesionaron y le llevaron a la locura. No se puede decir que fuera un caballo espectacular, ni siquiera un caballo de gran cuna, sólo fue un amigo que le acompañó junto a Sancho. Para los que han leído la obra, reconocerán en Rocinante su espíritu valiente. Uno de los ejemplos de este coraje es lanzarse contra los molinos viendo su amo en ellos a los gigantes. Ambos, caballo y caballero quedaron heridos y tendidos en el suelo.
Según la propia obra de Cervantes, a Don Quijote le costó mucho ponerle nombre a su caballo. Estuvo cuatro días así y después de imaginar muchos nombres le dio el de Rocinante por pensar que era el primero de todos los rocines del mundo y que además era un nombre que sonoro y alto.
Nadie puede determinar el color de Rocinante puesto que Cervantes no lo detalla en ningún momento durante su obra. Cuando se le ha representado se le dibuja en todas las capas. En lo que sí coinciden todos los que le representan es en la delgadez y en sus huesos marcados por todo su cuerpo.
Después de la Biblia, El Quijote es el libro más veces reeditado y traducido a más idiomas. Hoy en día el espíritu del hidalgo caballero sigue presente y eso es lo que hace que sus aventuras se sigan leyendo y estudiando.
Fuente: Relinchando

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